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  • Un plan para ganar y gobernar en Castilla y León

    Un plan para ganar y gobernar en Castilla y León

    Siloé pone voz -y alma- a la promoción del turismo de Castilla y León en este 2025. Lo hace en el spot de la Junta de Castilla y León en Fitur, que lo será hasta el próximo enero. La primera campaña de Gonzalo Santonja como consejero liberado de Vox y de su estrategia de salida del Ejecutivo de Alfonso Fernández Mañueco. El vídeo es bueno porque es sencillo. A la grandeza histórica, patrimonial, cultural y natural de esta tierra se une la emoción de un grupo que contagia. El éxito de un mensaje es lo que somos capaces de hacer sentir. No tanto lo que decimos. Es lo que contagiamos. Y la política también es esto. Lo es porque atesora las mayores decisiones. Junto con las personales, que también son políticas. 

    En ese vídeo promocional aparecen Las Médulas, icono de la suma descontrolada de incendios que han asolado y desolado la comunidad autónoma. Incluso más allá de las cenizas. El impacto importa y será decisivo. Un instituto demoscópico de ámbito nacional convocaba hace unos días una oferta de encuestador presencial en León. Los sondeos van a reflejar cómo han acogido los castellanos y leoneses esta crisis y su gestión por parte del gobierno autonómico. Van a reflejar, en definitiva, un nuevo punto de partida para todos los actores. 

    Comienza un nuevo curso político y sólo sabemos que será el último período de sesiones -no completo- en Castilla y León. Las espadas están muy altas. La crisis ha desbocado a la oposición y el refranero popular siempre aporta luz a las mayores oscuridades. En río revuelto, los castellanos y leoneses van a asistir a una larga campaña electoral -sin pre- en la que Fernández Mañueco ha optado por ponerse al frente y en solitario en el momento más crítico. Es un riesgo estratégico que el máximo responsable de una institución asuma la comunicación como único portavoz, pero sólo un presidente puede decidir en último término, una vez oye, consulta, mira a su alrededor y reflexiona contrarreloj. 

    Mañueco ha encadenado desde el primer momento comparecencias desde los centros de control de incendios y en medios de comunicación. La última aparición, el pasado miércoles en Trece, a cuenta del último intento de Oscar Puente de condicionar el tablero castellano y leonés desde su posición de ministro instigador. El PSOE autonómico le obligó a comparecer en las Cortes con premura y con el respaldo de todos los grupos en la Diputación Permanente. El guión establecido por gobierno y oposición en bloque no ha sorprendido: críticas elevadas de tono de todos los portavoces frente al presidente, y sosiego, comprensión, petición de unidad y agilidad en la presentación de ayudas por parte de Mañueco. El ciudadano suele percibir con mayor agrado la credibilidad que deriva de la mesura. En esto el presidente autonómico siempre tiene las de ganar. Es su impronta. No tiene que impostar. Y esto es una ventaja de candidato; no sólo de presidente. Ahora bien, ¿es suficiente en este caso para desactivar la estrategia de acusación de la mayoría parlamentaria? Se trata de la tercera crisis de incendios en tres años. El trazo grueso pesa y facilita una conclusión desafecta. Ahora la gran pregunta y la gran urgencia del presidente -y también del candidato- gira en torno a Juan Carlos Suárez-Quiñones, desacreditado consejero del ramo. 

    Son muchas las claves que ya están sobre el tablero autonómico con marco electoral y todas requieren de análisis. Con todo, la política es ambición. Y esto debe percibirlo el ciudadano. Debe sentirse parte de esa ambición y protagonista del cambio que siempre debe acelerarse. Incluso bajo el mismo mandato. La velocidad contagia, decide votos y marca el camino a los demás actores. Para esto es necesaria una estrategia de comunicación como uno de los pilares maestros. 

    El otro son las personas. Los equipos. En la mayor crisis natural de este siglo XXI en Castilla y León, he visto a Fernández Mañueco arropado por los suyos en la foto de las Cortes del pasado 29 de agosto. Y, al mismo tiempo, solo ante la gestión y ante el serio peligro de la incomprensión y la desafección. El formato parlamentario-administrativo no ayuda. Pero, en cualquier caso, el proyecto y la iniciativa política debe salir a la calle. Debe estar en la calle. Antes que ningún otro. Al mismo nivel que los ciudadanos. A lo largo y ancho de esta tierra. La más grande. Y aprovechando las variables propias que surgen en cada provincia y en cada rincón. 

    Esto no sólo es posible. Es necesario para marcar la agenda. Quien marca la agenda gana. Fijar los tiempos emocionales de los ciudadanos -electores en último término- moldea las percepciones y consolida o debilita las opciones. Pisar, estrechar, escuchar, proponer con ambición y convencer. Pautar las fases de una campaña tan dilatada permite crear lo que queremos que pase. Se trata de tener un plan para ganar y gobernar. Siempre, contra todo y contra todos. También siempre con anticipación y liderazgo

    Fotografía: Junta de Castilla y León.