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  • Castilla y León tendrá su 15-M más arriesgado

    Castilla y León tendrá su 15-M más arriesgado

    Sí. Castilla y León apunta a un 15-M. Pero madrugador. Primaveral. Es la fecha que deslizó hace unos días en Palencia el secretario general del Partido Popular autonómico. La rúbrica ha recibido después adornos y matices para minimizarla, cual globo sonda, contemplándola como la última posible del calendario electoral. En estrategia futbolística, los equipos que van ganando buscan la manera de ensanchar el campo; de hacer grande el espacio de juego para forzar que el rival corra y se desgaste. No es tan sencillo. Un error propio -o forzado- puede provocar una pérdida de balón y un contragolpe con el equipo descolocado en defensa. 

    El escenario es parejo. Llevar las elecciones autonómicas a la última fecha factible puede provocar, en primer lugar, dudas en la oposición a la hora de fijar el calendario de las respectivas estrategias. El agotamiento de los partidos largos resta capacidad de impacto y de sorpresa si no hay capacidad para contrarrestarlo. El cortoplacismo actual exige el máximo a los equipos de campaña permanente y puede llevarles a asumir que sólo podrán jugárselo todo en la recta final. A la desesperada. Colgando balones desesperados para que alguien remate, aun en propia puerta. 

    Es un error. Tanto para el gobierno como para quienes aspiran a conquistar el Colegio de la Asunción, en este caso. El actual campeón de Europa ha demostrado que los partidos se ganan en campo rival. Con una presión alta y grupal. En los gobiernos prima la capacidad de control. De los tiempos. Fácil de lograr. Y de la agenda. No tan fácil. Las iniciativas ejecutiva y legislativa están de su lado cuando hay mayoría parlamentaria. Cuando no es tal, todo depende de la capacidad de anticipación de cada sigla. Éste es el riesgo y ésta es la oportunidad. Quizá los equipos dudan en este momento del éxito de marcar la agenda a meses vista. Dejar que los meses pasen sólo adormece al electorado y le incapacita para despertar después. 

    El gobierno autonómico de Alfonso Fernández Mañueco se aferra a la gestión y a la palabra dada de no adelantar los comicios. Precisamente ha dado pasos y mensajes para llevar el Presupuesto General de la Comunidad a las Cortes. Pero quizá no ha reparado en el éxito o fracaso que puede suponer este plan ante el electorado. También ha iniciado el curso político con actos que muestran el liderazgo de Castilla y León en el conjunto de España, como el que mantiene en educación. Pero quizá no ha reparado en el éxito o fracaso que puede fijar esta agenda recurrida y recurrente en la percepción global de los ciudadanos respecto a sus aspiraciones electorales

    Es evidente que el PP de Castilla y León quiere jugar a que no pase nada. A que la primera parte de este largo encuentro hasta marzo se mantenga en empate a cero porque la ventaja de la ida -las encuestas que conocemos hasta el momento- le avala para continuar como el partido más votado. Quizá no ha reparado en que una estrategia de marcos definida con ambición puede hacer saltar las predicciones por los aires. A favor o en contra. A favor, será decisiva porque le avala la ventaja de la ida. En contra, será igualmente decisiva sin contención y contragolpe. 

    Las emociones son efímeras. Hoy el ciudadano es menos fiel a lo de siempre. Y esto le hace más ciudadano. En Castilla y León es patente. El espectro de votantes que se desligó del PP para creer en Ciudadanos en 2015 prosiguió su travesía hacia Vox en 2023. Diez años después se antoja un balance definitivo. Todo cambia cuando el ciudadano se percibe en el centro; no el partido o sus representantes. Todo cambia cuando la ambición de un proyecto contagia cambio permanente o permanencia imperecedera. Tanto es así que el nuevo proyecto -de pensamiento, que sepamos- de Iván Espinosa de los Monteros ha despertado un interés que sólo puede propiciar la ausencia de liderazgos políticos. Hay mucho que analizar en cada movimiento. 

    La infidelidad de voto es ciudadana.

    La infidelidad de voto es la prueba del inconformismo al que siempre miro y en el que siempre encontraremos respuestas. El inconformismo atrae. La ambición atrae. El bien común atrae. El liderazgo social atrae. Pero hay que edificarlo y comunicarlo. La identificación con un proyecto es apremiante para que muchos se adhieran a él. Incluso desde las antípodas ideológicas

    El 15 de marzo de 2026 coincidirá con los idus de marzo. 2.070 años después, la advertencia es de rabiosa actualidad: “¡Cuidado con los idus de marzo!”. La herencia romana bien merece también matices. Calibrar los peligros electorales no corresponde a los candidatos, sino a sus equipos. Un candidato es mejor si sus equipos pueden lograr que sea así percibido. En los equipos está la diferencia a la que todos aspiran. Un voto está asegurado cuando el anuncio, el marco y el mensaje levantan al espectador del sillón. Sólo cuando esto sucede. 

  • Un plan para ganar y gobernar en Castilla y León

    Un plan para ganar y gobernar en Castilla y León

    Siloé pone voz -y alma- a la promoción del turismo de Castilla y León en este 2025. Lo hace en el spot de la Junta de Castilla y León en Fitur, que lo será hasta el próximo enero. La primera campaña de Gonzalo Santonja como consejero liberado de Vox y de su estrategia de salida del Ejecutivo de Alfonso Fernández Mañueco. El vídeo es bueno porque es sencillo. A la grandeza histórica, patrimonial, cultural y natural de esta tierra se une la emoción de un grupo que contagia. El éxito de un mensaje es lo que somos capaces de hacer sentir. No tanto lo que decimos. Es lo que contagiamos. Y la política también es esto. Lo es porque atesora las mayores decisiones. Junto con las personales, que también son políticas. 

    En ese vídeo promocional aparecen Las Médulas, icono de la suma descontrolada de incendios que han asolado y desolado la comunidad autónoma. Incluso más allá de las cenizas. El impacto importa y será decisivo. Un instituto demoscópico de ámbito nacional convocaba hace unos días una oferta de encuestador presencial en León. Los sondeos van a reflejar cómo han acogido los castellanos y leoneses esta crisis y su gestión por parte del gobierno autonómico. Van a reflejar, en definitiva, un nuevo punto de partida para todos los actores. 

    Comienza un nuevo curso político y sólo sabemos que será el último período de sesiones -no completo- en Castilla y León. Las espadas están muy altas. La crisis ha desbocado a la oposición y el refranero popular siempre aporta luz a las mayores oscuridades. En río revuelto, los castellanos y leoneses van a asistir a una larga campaña electoral -sin pre- en la que Fernández Mañueco ha optado por ponerse al frente y en solitario en el momento más crítico. Es un riesgo estratégico que el máximo responsable de una institución asuma la comunicación como único portavoz, pero sólo un presidente puede decidir en último término, una vez oye, consulta, mira a su alrededor y reflexiona contrarreloj. 

    Mañueco ha encadenado desde el primer momento comparecencias desde los centros de control de incendios y en medios de comunicación. La última aparición, el pasado miércoles en Trece, a cuenta del último intento de Oscar Puente de condicionar el tablero castellano y leonés desde su posición de ministro instigador. El PSOE autonómico le obligó a comparecer en las Cortes con premura y con el respaldo de todos los grupos en la Diputación Permanente. El guión establecido por gobierno y oposición en bloque no ha sorprendido: críticas elevadas de tono de todos los portavoces frente al presidente, y sosiego, comprensión, petición de unidad y agilidad en la presentación de ayudas por parte de Mañueco. El ciudadano suele percibir con mayor agrado la credibilidad que deriva de la mesura. En esto el presidente autonómico siempre tiene las de ganar. Es su impronta. No tiene que impostar. Y esto es una ventaja de candidato; no sólo de presidente. Ahora bien, ¿es suficiente en este caso para desactivar la estrategia de acusación de la mayoría parlamentaria? Se trata de la tercera crisis de incendios en tres años. El trazo grueso pesa y facilita una conclusión desafecta. Ahora la gran pregunta y la gran urgencia del presidente -y también del candidato- gira en torno a Juan Carlos Suárez-Quiñones, desacreditado consejero del ramo. 

    Son muchas las claves que ya están sobre el tablero autonómico con marco electoral y todas requieren de análisis. Con todo, la política es ambición. Y esto debe percibirlo el ciudadano. Debe sentirse parte de esa ambición y protagonista del cambio que siempre debe acelerarse. Incluso bajo el mismo mandato. La velocidad contagia, decide votos y marca el camino a los demás actores. Para esto es necesaria una estrategia de comunicación como uno de los pilares maestros. 

    El otro son las personas. Los equipos. En la mayor crisis natural de este siglo XXI en Castilla y León, he visto a Fernández Mañueco arropado por los suyos en la foto de las Cortes del pasado 29 de agosto. Y, al mismo tiempo, solo ante la gestión y ante el serio peligro de la incomprensión y la desafección. El formato parlamentario-administrativo no ayuda. Pero, en cualquier caso, el proyecto y la iniciativa política debe salir a la calle. Debe estar en la calle. Antes que ningún otro. Al mismo nivel que los ciudadanos. A lo largo y ancho de esta tierra. La más grande. Y aprovechando las variables propias que surgen en cada provincia y en cada rincón. 

    Esto no sólo es posible. Es necesario para marcar la agenda. Quien marca la agenda gana. Fijar los tiempos emocionales de los ciudadanos -electores en último término- moldea las percepciones y consolida o debilita las opciones. Pisar, estrechar, escuchar, proponer con ambición y convencer. Pautar las fases de una campaña tan dilatada permite crear lo que queremos que pase. Se trata de tener un plan para ganar y gobernar. Siempre, contra todo y contra todos. También siempre con anticipación y liderazgo

    Fotografía: Junta de Castilla y León.